6 tips para organizar tu trabajo antes de las vacaciones
27 de marzo de 2017
Se conoce como management tóxico. Es posible que el término te suene, pero lo cierto es que todavía no ha sido acuñado en demasiadas ocasiones. Verás, sin embargo, que no nos referimos a un problema nuevo, ni tan siquiera poco común dentro de las empresas. Hablamos de aquellas actitudes negativas de directivos y managers que provocan serios problemas en las organizaciones y dañan hasta límites insospechados la salud de los empleados.
En Europa, sin ir más lejos, alrededor de 40 millones de personas están afectadas por el estrés en el trabajo. El estrés es solo un síntoma y claro indicador de que las cosas no fluyen como deberían, así que es muy probable que en muchas ocasiones esté directamente provocado por una organización tóxica, capitaneada por managers poco saludables.
El management defensivo
Por su nombre tal vez no lo identifiques, pero enseguida lo reconocerás. ¿Te suenan los directivos que presumen de gestionar equipos bajo presión permanente? Para muchos managers, cuya profesionalidad es ciertamente limitada, la fórmula mágica de la productividad pasa por generar un ambiente de estrés. Ejecutan sus tesis implacablemente bajo toda una serie de excusas inciertas, como la exigencia de los mercados, las demandas cambiantes de los clientes o los vertiginosos avances que se producen en la mayoría de sectores.
La frustración como arma arrojadiza
Para ser un buen manager hay que tener madera, pero también hay que estar formado. Las habilidades no se adquieren por arte de magia, así que sin voluntad ni dedicación, lo que podemos obtener son líderes escasamente formados, acomplejados y con un alto nivel de frustración. Lamentablemente, estas conductas suelen ser lanzadas a los empleados como arma arrojadiza. Un directivo frustrado e incompetente puede manifestarse siempre a la defensiva y convertir a sus empleados en víctimas de una tremenda violencia psicológica. Es lo que denominamos mobbing.
Falta de autocontrol
Una habilidad básica en los directivos debe ser la capacidad de autocontrol. Si las conductas impulsivas se convierten en una práctica habitual, la gestión de los equipos puede terminar siendo un auténtico caos, en el que los empleados serán ser los primeros damnificados. Este tipo de conductas están directamente relacionadas con una baja tolerancia de la frustración y a una inteligencia emocional limitada.
En tierra hostil
Lamentablemente, estos comportamientos son más comunes de lo que querríamos y están directamente relacionados con los trastornos de personalidad. En muchas ocasiones no estamos hablando de patologías concretas ni graves: el management tóxico puede estar perfectamente vinculado a personas normales, pero especialmente negativas y con una alta carga de hostilidad. Esta clase de individuos suelen contar con un patrón de comportamiento común que se basa en una desconfianza generalizada hacia los demás.
Detectar estos rasgos y actuar en consecuencia es imprescindible para alejar este tipo de conductas de mobbing y evitar males mayores en la salud de los empleados. Cualquier cambio positivo repercutirá directamente en el buen funcionamiento de la empresa y de sus equipos de trabajo.
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