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14 de diciembre de 2017
Una de las cosas que más trabajo me ha costado y me sigue constando a nivel profesional es dejar de pensar en títulos, nombre de ocupaciones, puestos de trabajo, etc. y pensar en habilidades, productos y servicios que puedo ofrecer.
Vengo de un sistema en el que era importante pensar así, en títulos y diplomas. Parecía que al tener más formación tendrías más garantías de trabajar o de encontrar un trabajo mejor. Se nos instaló la creencia de que a más formación y de mayor cualificación, vendrían mayores y mejores oportunidades.
Lo cierto es que no existe una correlación directa e infalible entre el nivel de estudios que se posee y el nivel profesional que se puede terminar desempeñando, y mucho menos, con que ese desempeño te permita cubrir con garantías y continuidad tus necesidades de vida, o sea la antesala de tu felicidad personal/profesional.
¡Ojo! La formación es muy importante. Una mayor formación te abre el abanico de posibilidades laborales… ahora bien, que este abanico se abra más o menos también dependerá de ti.
Para "seducir" al reclutador hay que llamar su atención o, mejor dicho, captar su interés. Una de las formas más efectivas para lograrlo es explicar qué necesidades vas a satisfacer, qué problemas vas a solucionar y qué beneficios/resultados puedes generar con tu participación profesional.
El hecho es que pensamos que las otras personas, al ver nuestro CV, sabrán interpretarlo e intuirán aquello que sabemos hacer. Nada más lejos de la realidad. Tus diplomas, tu experiencia, tu CV, solo dicen lo que has estudiado, lo que has hecho y, en el mejor de los casos, lo que se supone que podrías hacer y cómo lo harías, pero rara vez expresa lo que somos y lo que resolvemos.
El Experto en Marca Personal, Andrés Pérez Ortega, en el documento Claves Prácticas de Branding Personal (2014), entre las muchas pautas y claves que nos da para definir nuestra propuesta de valor, nos ofrece un patrón muy efectivo para comunicar de manera muy clara el beneficio que podemos generar:
- Piensa en un problema o una necesidad que tengan tus empleadores, clientes, usuarios, beneficiarios, etc.
- Piensa en las consecuencias negativas y los perjuicios que ese problema o esa necesidad abierta genera a esas personas.
- Piensa en qué podrías hacer tú para solucionar ese problema o resolver esa necesidad y cómo es tu actuación en este sentido. Sé concreto y específico, no te pierdas en actitudes, céntrate en acciones tangibles y observables que estén a tu alcance.
- Piensa, por último, en las consecuencias positivas que va a tener tu actuación en esos empleadores, clientes, usuarios, beneficiarios, etc.
Redacta todo lo anterior, dale coherencia, dale valor, hazlo real, cuéntalo.
Sobre todo, piensa en habilidades, piensa en servicios, piensa qué sabes hacer y para qué sirve y a quién o quiénes beneficia. Y, finalmente, comunícalo con solidez y constancia.
David Barreda genera experiencias de aprendizaje para el desarrollo de personas y equipos, dinamizando el pensamiento y facilitando la gestión de las relaciones a través de procesos formativos, sesiones de coaching e impulsando procesos de Marca Personal.
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