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27 de marzo de 2017
A pesar de que ya en 1931 personajes como Clara Campoamor apostaron por abonar el camino al empoderamiento de las mujeres en nuestro país, todavía queda mucho por hacer. Y es que la representación femenina en los puestos de dirección de las grandes compañías es todavía escasa, tanto en España como en la mayoría de países de la Unión Europea.
Precisamente por esta razón, el último gesto de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha sido el de recomendar a las empresas, a través del borrador del Código de buen gobierno de las empresas cotizadas, que las mujeres ocupen el 30% de los puestos de los consejos de administración en el año 2020. La intención es buena, pero lo cierto es que se trata de una muestra más de la gran cantidad de barreras que a mujeres y hombres todavía nos queda por derribar.
El largo camino hacia la cima
El último estudio publicado por la IESE Business School e Inforpress revelaba en 2014 que los órganos de gobierno de las empresas cotizadas estaban compuestos por 78 mujeres, una cantidad todavía ínfima si la comparamos con la cifra de hombres: 392. Para solventar esta problemática, en países como Noruega o Francia se ha fijado la cuota por ley, para que el número de mujeres que ocupan consejos de administración aumente. Así, por ejemplo, el país escandinavo ha conseguido contar con un 45% de mujeres en puestos relevantes, siendo el 40% el porcentaje mínimo que establece la legislación vigente.
Mujeres que emprenden: hacia un nuevo modelo
Hasta hace bien poco era difícil ver a una mujer dirigiendo su propio negocio. Y aunque la mayoría de emprendedores son hombres, cada vez son más las mujeres que deciden llevar las riendas de su vida profesional, dispuestas a seguir sus sueños y a enfrentarse a los retos del complejo mundo del emprendimiento.
Actualmente, los gobiernos – tanto central como autonómicos – ponen a su disposición distintos programas de ayudas, subvenciones y programas de asesoramiento que vale la pena aprovechar.
Pero, ¿por qué deben estar las mujeres en puestos de responsabilidad?
Esta es una pregunta que a estas alturas ya no deberíamos hacernos, pero lo cierto es que su respuesta puede resultar interesante para aquellos que todavía no lo tienen del todo claro o simplemente quieren ver refrendadas sus convicciones.
Sienten más empatía. Los empleados lo piden continuamente a sus empresas. Necesitan sentirse escuchados y comprendidos, quieren que sus conflictos sean resueltos con tacto y acierto. El peso de la afectividad en la vida de una mujer es enorme, por eso están más orientadas a las personas.
Son multitarea. Aunque suene a chiste, sí: las mujeres son capaces de hacer más cosas a la vez que los hombres. Su poder multitarea les permite atacar distintos frentes, con altas probabilidades de hacer las cosas bien. Los hombres, en cambio, tienden a centrarse en una única tarea hasta que la terminan de manera exitosa, dejando para más tarde cualquier otra cuestión.
Son más comunicativas y emocionales. Además de tener una empatía muy desarrollada, las mujeres cuentan con un elevado potencial para la comunicación: ello es básico en las empresas de hoy. Si a esto le sumamos una correcta gestión de las emociones, tendremos en nuestra corporación a una persona capaz de resolver más correctamente los conflictos, de liderar y componer un buen equipo de trabajo y de llevar a cabo, en definitiva, proyectos de éxito.
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