Pero si es así, ¿por qué entonces no se emplea el humor más a menudo de manera explícita? ¿Por qué no se imparten más cursos de formación en este tema ni se implementan más proyectos internos para fomentar la diversión? ¿Por qué imperan los formalismos, la solemnidad y el culto al ejecutivo agresivo?
La respuesta a estas preguntas es que existen una serie de temores asociados al sentido del humor, que actúan como barreras y habitualmente obstaculizan la puesta en práctica de estas ideas.
Temor 1: "El negocio es, por su naturaleza, un tema muy serio"
Este mito es el más general de todos y el primero que debemos erradicar. Y lo haremos, en primer lugar, reconociendo que es totalmente cierto. Qué duda cabe que el negocio es un tema serio, que la empresa hay que llevarla con seriedad y que debemos de ser extremadamente serios con el trabajo. ¡Por supuesto! La clave, sin embargo, está en cómo interpretar la palabra “seriedad”. Para nosotros, la seriedad bien entendida supone actuar con dedicación, compromiso, concentración, sensatez, sentido práctico y realismo. Nadie puede negar que la seriedad es una clave del éxito no sólo en la empresa sino en todas las esferas de la actividad humana.
Pero no debe confundirse esta actitud con una apariencia exterior solemne, formal o grave. No olvidemos que Emilio Aragón y Andreu Buenafuente también son empresarios de éxito . La dedicación a un proyecto y la madurez con la que se afronta son perfectamente compatibles, e incluso pueden beneficiarse enormemente del buen humor, el ingenio y la ironía.
Temor 2: “Mi vida/mi trabajo no tiene ni pizca de gracia"
Hay gente que está dispuesta a aceptar la importancia del humor en general, pero que se escudan tras la idea de que no puede aplicarse en su caso concreto. Esgrimen condiciones particulares de su situación que excluyen la diversión y la risa, ya sean personales o profesionales. No hay duda de que el humor debe ajustarse a la situación, y que no es siempre fácil o incluso adecuado recurrir a una broma. Sin embargo, no hay nada en este mundo, o casi nada, que no tenga su lado cómico.
Los momentos difíciles son cuando más falta nos hace el humor. Cada vez hay más profesionales de la salud, por ejemplo, que consideran la risa una medicina de gran valor, al menos para el espíritu. De hecho, probablemente sea éste el sector profesional que más interés ha mostrado por el concepto de aplicar el humor en el trabajo. Existen numerosos grupos de payasos de hospital como PayaSOSpital, Pupaclown o La Sonrisa Médica, que animan la vida a jóvenes internados y facilitan la interacción entre médicos y pacientes en situaciones muy serias.
Temor 3: "Si permites que se diviertan, no trabajarán"
En realidad, como hemos visto en el caso de empresas como Southwest, Google o Ben & Jerry’s, es perfectamente posible combinar un ambiente divertido con una organización productiva. Es un error pensar que a la gente no le gusta el esfuerzo y el trabajo duro, y que harán todo lo posible por escaquearse. Los seres humanos pueden derivar una gran satisfacción de esfuerzos mucho más sacrificados y endiablados de los que puedan maquinarse en cualquier oficina. No hay más que ver las palizas que muchas personas se dan por su propia iniciativa, escalando montañas, corriendo maratones o ayudando a toxicómanos en asociaciones de voluntariado.
Otro miedo habitual se refiere a los riesgos del humor, una sustancia que algunos parecen considerar tan volátil como el TNT. Es cierto que el humor -mal empleado- puede tener consecuencias negativas, incluso desastrosas. Un chiste puede aburrir, confundir u ofender al cliente o al compañero de trabajo que lo escucha. Puede ser peligroso, sí, pero lo mismo podría decirse de otras herramientas poderosas como el fuego, el automóvil o el ordenador.
Muchos de los argumentos esgrimidos en contra del humor a menudo ocultan un temor más profundo: “es que yo no tengo gracia”. Solemos creer que el humor es cosa de humoristas, y que en este asunto, como en tantos otros, nos falta talento. Por ejemplo, si eres como el 95% de las personas, estarás plenamente convencido o convencida de que se te da fatal contar los chistes (y que además en cuanto te los cuentan “se te olvidan”).
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Twitter: @edujauregui1
Web: humorpositivo.com
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