Las relaciones con los clientes no son sencillas. Enfrentarnos a un proyecto empresarial y estar en tiempos de crisis no significa que tengamos que dar un sí rotundo a todos los proyectos que se nos ofrecen o a continuar colaborando con un cliente que nos reporta más problemas que beneficios. En estas situaciones juega un papel fundamental la asertividad: una habilidad social que nos permite defender nuestros derechos y convicciones sin provocar conflictos con el prójimo (en este caso, al cliente).
Podemos aplicar la asertividad para enfrentarnos a los problemas de nuestra vida cotidiana, y por ende, a los profesionales. Un ejemplo claro puede manifestarse en un restaurante, cuando el servicio es malo. Una de las opciones puede ser no decir nada. La segunda pasa por discutir con el camarero y generar una situación incómoda en el contexto en el que te encuentras. La tercera actitud, calificada como asertiva, te permitirá formular tu queja al camarero de manera apropiada. En principio parece sencillo, pero lo cierto es que los distintos conflictos rutinarios hacen muy complicado el hecho de ser siempre asertivo. No existe esa pastillita mágica que nos otorgue el poder del “no”.
¿Cómo tratar a tus clientes? En ocasiones te pedirán cambios importantes sobre el trabajo que pueden afectar directamente a la imagen de tu empresa u oponerse a tu filosofía de trabajo. No puedes dejar que tu relación con este cliente haga mella en tu trabajo diario y mucho menos que derive en conflictos que nunca terminan de resolverse. En estos casos es aconsejable atacar el problema de raíz y no alargar las discusiones que debilitan vuestra relación y, en definitiva, te hacen perder el tiempo.
El papel de estos clientes “negativos” son perjudiciales para tu empresa: en primer lugar, debes saber que está en juego tu imagen y que si realizas un trabajo que no se adapta a tu manera de hacer las cosas, futuros clientes podrían valorarlo de manera negativa. En otras ocasiones se pone en riesgo tu credibilidad profesional o se tiende a actuar en contra de los propios principios.
Actúa. Cuanto antes mejor. Dispones de varias frases o argumentaciones tipo que pueden ayudarte. Por un lado, puedes aplazar el proyecto indicando al cliente que actualmente te encuentras desbordado. Otra opción, de carácter mucho más asertivo, pasa por indicarle al cliente que no estás de acuerdo en la manera de proceder o que no te sientes cómodo en el proyecto, sin descartar futuras colaboraciones profesionales en las que vuestras opiniones puedan encontrarse.
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