Repsol: un entorno inclusivo para impulsar tu carrera profesional
27 de marzo de 2017
Querido candidato:
Francamente, no entiendo cómo no se te ocurren preguntas al final de una entrevista. Me dices que el seleccionador ya te lo ha aclarado todo y que no quieres molestar. ¿Cuántas cuestiones has planteado en las últimas tres entrevistas?, ¿una, dos, ninguna? Al final de una entrevista el seleccionador suele ofrecer al candidato unos minutos para realizar preguntas y solicitar aclaraciones. En ese momento, cuando a un candidato ya se le ha acabado de entrevistar, es como que toda la tensión del momento se desvanece, sólo le quedan ganas de escapar, huir de allí a la menor oportunidad. Sin embargo, los candidatos no comprenden la importancia de plantear cuestiones inteligentes y el hecho de que el seleccionador también les estará analizando en ese momento. Según qué preguntas expongas, completará su impresión sobre tu candidatura con nuevas conclusiones.
No preguntar al final de la entrevista, al contrario de lo que podría parecer, denota falta de interés y motivación por el puesto. Ahora bien, si preguntas, hazlo de forma inteligente, con un doble objetivo: uno, obtener la información que te falta y te puede interesar conocer para tomar una decisión ante una nueva oportunidad profesional y, dos, para hacerle ver al seleccionador la importancia que tiene para ti ese puesto.
No diría que existen preguntas prohibidas como tal, sino más bien algunas mal formuladas o fuera de lugar. ¿Puedes interesarte por el salario? Sí, claro, en un momento dado, pero no de buenas a primeras. En el caso de empleos para jóvenes que buscan su primera experiencia profesional, os diría que mejor evitar la pregunta, a no ser que sea un punto vital para vuestra decisión, entiendo que lo que interesa al principio es adquirir experiencia. En el caso de un cambio de trabajo, el salario es un buen elemento para decidir, por lo que es lícito preguntar por su cuantía, aunque no te recomiendo que sea la primera de las cuestiones que plantees. Existen preguntas mucho más elegantes para empezar, como por ejemplo: ¿qué se espera de mí?, ¿cuál es el primer reto al que me tendré que afrontar?, ¿cómo es el equipo de trabajo?, ¿cómo está previsto realizar el período de integración?, etc. En general, desaconsejo abusar de cuestiones sobre condiciones de trabajo en una primera entrevista, a no ser que tengas la certeza de que será la única oportunidad de preguntar.
La clave de acertar en las preguntas, igual que en el cuerpo de la entrevista, es la preparación. Estudia la página web de la empresa, el perfil del seleccionador, lee noticias sobre el sector, puedes hacer alguna pregunta relevante sobre planes de futuro de la empresa, ligarlo al contexto económico… El seleccionador valora que los candidatos se hayan preparado y demuestren tener conocimientos sobre la empresa y su negocio. Los empresarios suelen estar muy orgullosos de la historia de sus compañías, ¿por qué no preguntarles sobre su fundación?, ¿sus valores?, ¿sus clientes? Intenta ganar puntos por esta vía.
Una vez leí que una forma de entablar relaciones es saber escuchar y preguntar por los demás, más que no hablar centrado en uno mismo. Entonces, ¿a qué esperas para hacerlo? Ese empresario que tiene la decisión de contratar espera que le preguntes sobre aspectos de su negocio. Si es el dueño de la empresa, ella es parte de su vida, le encantará que le preguntes por ella.
Dicen que en el equilibrio está la virtud, por lo que tampoco te excedas preguntando, y más si el seleccionador te advierte de que tiene prisa. Tres o cuatro preguntas bien ideadas pueden ser más que suficientes.
Para finalizar, como anécdota para ilustrar lo que te he comentado, te contaré que hace años mandé a tres candidatos a la central de un grupo internacional en Alemania para que los entrevistaran como finalistas a un puesto de trabajo en España. Si contamos el largo desplazamiento desde sus casas hasta llegar al hotel donde se realizaron las entrevistas, imagínate cuánto tiempo hubieran tenido para preparar alguna pregunta. Dos de ellos fueron descartados inmediatamente, al final de la entrevista no se atrevieron a preguntar nada, por lo que el futuro jefe consideró que se encontraba ante candidatos «flojos y poco interesados».
En definitiva, pregunta, y hazlo siempre con educación y discreción, preguntar es de sabios y, en el contexto de un proceso de selección, se trata de un aspecto a cuidar, del que lamentablemente muchos candidatos no son conscientes.
Y a mí no pares de preguntarme, intentaré seguir dando respuesta a tus inquietudes en próximos capítulos.
Sílvia Forés es Directora de Recursos Humanos de Baker & McKenzie Barcelona y experta en selección de personal. Autora del libro de Plataforma Editorial: «Sólo puede quedar uno. Diario de un proceso de selección».
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