En un breve artículo publicado en LinkedIn en 2013, Daniel Goleman – reconocido psicólogo y experto en Inteligencia Emocional – se cuestionaba la evolución de la Inteligencia Emocional en las organizaciones preguntándose si seguía estando de plena actualidad la necesidad de que los nuevos directivos entrenaran estas habilidades blandas. La respuesta rotundamente era SÍ.
Las 5 habilidades más demandadas por las organizaciones, sin descubrir nada nuevo, presentan algunas perspectivas interesantes a tener en cuenta:
1. Trabajar bien en equipo
En un entorno cada vez más complejo es imposible triunfar desde la individualidad. El nuevo héroe es el equipo.
2. Comunicación clara y efectiva
Desgranando esta habilidad tan compleja, ser capaz de comunicar requiere haber desarrollado empatía cognitiva y capacidad de escucha empática. En un mundo en el que el ruido es tan habitual no resulta sencillo generar conversaciones profundas y enriquecedoras. Desde la conversación inteligente se pueden provocar las reflexiones necesarias para abrir la puerta a los cambios y a la transformación.
3. Saber adaptarse a los cambios
Nuestra capacidad de adaptación e incluso la capacidad para ser generadores de cambios necesita la combinación perfecta entre flexibilidad y autocontrol. Quizá esta sea la dificultad que hace que muchas personas no gestionen bien los cambios cuando no son ellos quienes los desean. Las personas flexibles pueden adolecer de cierto autocontrol y quien se autocontrola muy bien puede sufrir cierta rigidez ante los cambios. Encontrar esa virtuosa combinación de ambas habilidades puede resultar muy productivo.
4. Saber interactuar con una amplia variedad de personas
La hiperconectividad, la multiculturalidad, el trabajo en red, la globalización y la velocidad a la que las cosas evolucionan nos exige saber manejar las relaciones personales, tanto con clientes, compañeros y competidores que en muchas ocasiones son compañeros de proyectos. Las sociedades sólidas desaparecieron para dar la bienvenida a realidades líquidas donde todo se entremezcla. Saber conectar con ello y manejarse razonablemente bien en entornos donde los proyectos se desarrollan en periodos de tiempo cada vez más cortos e intensos, requieren lecturas rápidas y certeras de los escenarios de trabajo.
5. Capacidad de pensar con claridad y de resolver problemas bajo presión
Para poder dar respuestas acertadas en entornos complejos bajo la presión de la competición, es necesario disponer de la combinación de tres aspectos tan sencillos de explicar como complejos de desarrollar: conocimiento de uno mismo, atención y resiliencia.
Se podría poner como ejemplo lo que le sucede a un jugador de tenis de élite en un partido. Cada punto es una victoria o una derrota. En muchos momentos puede no saber muy bien si va ganando o perdiendo un partido. La capacidad para recuperarse de un punto fallado y no perder la atención en el siguiente punto es una buena metáfora de las microderrotas diarias que podemos tener.
Un buen directivo necesita entrenar estas habilidades para sacar el máximo partido a sus colaboradores en un proyecto de envergadura.
Álvaro Merino es experto en liderazgo y desarrollo de equipos de Alto Rendimiento en organizaciones empresariales y deportivas. Es autor del libro 175 ideas para alcanzar tus metas de LID Editorial.
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