Debilidades y fortalezas en una entrevista de trabajo: ¿qué respondo?
26 de marzo de 2017
Repite conmigo: Ni “no”, ni “pero”, ni “es que”. Ciertamente todas son palabras útiles y necesarias en nuestro idioma. Ahora bien, su uso sistemático puede connotar una negatividad nada constructiva.
Veamos qué sensación causa recibir un “no” rotundo.
– ¿Has terminado el informe?
– No.
Contestar de este modo cierra el flujo de comunicación y aunque prosiga la conversación suele deteriorarse si el otro lo interpreta como una actitud negativa. En efecto, cuando oímos repetidamente a alguien utilizar “no”, lo asociamos a ‘cerrado’, a ‘no hay más recorrido’. Se graba así en nuestra mente y no se da oportunidad a conocerse mejor. En cambio, fíjate que las personas con visión estratégica utilizan poco el “no” de esta forma. Hay alternativas positivas que mantienen abiertos los canales de comunicación y provocan una visualización de futuro tanto tuya como de la otra persona.
– ¿Has terminado el informe?
– Calculo que lo terminaré en una hora.
Es un ejemplo de tantos. Cuando respondes algo así demuestras más bien capacidad de planificación y autoconocimiento.
Pasemos al “pero”. Es una partícula adversativa que cuestiona lo que se ha dicho inmediatamente antes. En la mente de quien te escucha genera duda e incluso desconfianza. Vamos a por un ejemplo:
– ¿Estas dispuesta a participar en este proyecto?
– Sí, pero…
No sigas. Es un “sí incompleto”, por lo que quien te escucha verá quebrada su confianza en ti. Poner un pero es como poner condiciones, que si luego no se cumplen harán que abandones. ¿Quieres transmitir confianza? Entonces plantea de modo constructivo la objeción que tienes, que será al fin y al cabo detectar un área de mejora. Luego propón soluciones a esas necesidades si hace falta.
Veamos otro ejemplo, esta vez tiene que ver con dar tu parecer sobre algo:
– Pienso que deberíamos ampliar los apartados del informe.
– Sí, pero se retrasaría la entrega.
Solo planteas un nuevo problema. La mayoría de veces se puede substituir el “pero” por una “y” o por un silencio. Prueba con una fórmula más empática:
– Pienso que deberíamos ampliar los apartados del informe.
– Entiendo lo que dices y veo que eso retrasa la entrega. ¿Cómo podemos hacerlo sin añadir retraso?
Ahora es el turno del “es que”. “Esqueusas”, es decir excusas. De las personas que utilizan a menudo esta expresión se percibe que no son capaces de asumir responsabilidades, que no aceptan los errores propios, sino que los atribuye a las circunstancias o a terceras personas.
También se asocia esta respuesta a personas con espíritu victimista y poco luchadoras. Pero por encima de todo, el “es que” corresponde a quien se ve incapaz de liderar su vida, su trabajo y de tomar decisiones. Los líderes fuertes no utilizan apenas esta expresión como tampoco las personas que toman las riendas de su vida e intentan crecer superando obstáculos.
– ¿Has terminado el informe?
– Es que no me han pasado los datos de facturación.
Alternativas hay muchas. Aquí va una.
– ¿Has terminado el informe?
– Solicitaré/reclamaré los datos de facturación y estará listo.
La comunicación determina tanto factores internos como externos. Cómo te hablas a ti mismo, por decirlo así tiene que ver con la actitud que tomas ante tu carrera. Por supuesto eso tiene un reflejo también en la mejora y fluidez de tus relaciones, el clima de trabajo y el espíritu con que los equipos se impulsan. Tu marca personal se construye también a partir del modo en que te expresas porque emana tu actitud personal y profesional, incluso se intuyen cualidades como el espíritu de superación, la planificación, la confiabilidad, la empatía o el liderazgo, tan valoradas en nuestro tiempo.
La forma como te comunicas puede significar también todo lo contrario: palos en las ruedas.
Un poco no es grave, pero si te excedes en el uso de esas expresiones deteriorarás tu imagen profesional, así que repite conmigo: Ni “no”, ni “pero”, ni “es que”. Esta es la única expresión negativa que deberías permitirte.
A continuación te comentaré otras frases que pueden transmitir una actitud negativa.
“Esto no lo llevo yo”
¿Cuántas veces has escuchado esta frase de algún compañero o de algún servicio de atención al cliente? Efectivamente, da una imagen de evitación, de falta de compromiso, que en cambio es una actitud que valoran más que nunca las empresas. Si lo piensas bien, manejarse con ese lenguaje te limita, es decir de algún modo prefieres no tomar nuevos retos y con ello limitas tu carrera. Vives en un mundo lleno de preparadísimos profesionales capaces de adaptarse y transformarse, así que te conviene ponerte las pilas.
Las alternativas son sencillas:
“Yo concretamente llevo este otro tema aunque puedo indicarle quién o cómo solventar lo que necesita”. O si es a un jefe: “¿Prefiere que me ocupe de esto en lugar de esto otro?”, “¿Podemos establecer un orden de prioridades que le satisfaga? Y ojo a tu tono de voz, porque puede delatarte. Convéncete de que vale la pena buscar un entendimiento, de forma agradable.
“Debes hacer esto/lo que tienes que hacer es esto.”
Hay personas que, sin ser tus superiores y seguramente sin intención de dar órdenes, parece que las den y a la larga genera incomodidad en los demás.
Tenemos nuestro pequeño orgullo y nos gusta pensar que sabemos lo que tenemos que hacer. Cuando le hablas constantemente así a la gente, parece que tú sepas más que nadie, lo cual es irreal. Además pareces autoritario y todo lo que es autoritario lleva asociados conceptos que no te van a gustar. Dejémoslo ahí.
Siempre puedes “sugerir”, que es más respetuoso y abierto.
“No puedo hacerlo todo”
Si te lo piden será porque creen que puedes. Quizá estén equivocados…o quizá no. Analiza si puedes organizarte. Recuerda que conforme somos más eficientes, más tareas podemos asumir.
Aun así, probablemente tengas razón, la cuestión es cómo lo expresas. Con ese tipo de frase da la sensación de nuevo de irrealidad, como si la empresa se mantuviera a flote gracias a que tú estás en ella. También puede interpretarse como una queja y eso no favorece tu imagen.
Prueba a negociar prioridades, a establecer objetivos para tu puesto y si nada de eso es posible mejor di algo como “voy a ir asumiendo las tareas en función de su importancia”. Y desde luego organiza un planning que esté visible para todos.
“No me ha dado tiempo”
¿Es una cuestión de falta de organización?, ¿de ineficacia?, ¿de desconocimiento?, ¿o es pasotismo? Cualquiera de estas preguntas va a navegar por la mente de tu interlocutor. No es difícil deducir la imagen que esas preguntas pueden generar sobre ti.
No pasa nada porque de vez en cuando “no te dé tiempo”. El problema, como en los demás casos, es que constantemente tengas esa frase a punto.
Reconoce el retraso que llevas, temporalízalo y propón nueva fecha de entrega (la que sí cumplirás). Eres humano y además demuestras capacidad para reconocer tus errores, rigurosidad y capacidad de reacción.
“He tenido que terminarlo en casa”
Eso suele significar “no doy abasto pero mira qué grado de implicación tengo que sacrifico mis horas personales”. De nuevo falta de organización.
El quid de la interpretación está en el “he tenido que”. Es diferente de “voy a trabajar en casa”. Cuando vivimos rodeados de tantas modalidades de trabajo, la línea entre lo profesional y lo personal queda difuminada, los horarios pierden importancia y destaca más la practicidad y la flexibilidad.
Si “has tenido que” llevarte trabajo a casa es que algo no está bien dimensionado para tu función y horario, o bien que no eres lo suficientemente productivo.
“…. …. ….” (Silencio)
No contestar a alguien que te ha pedido algo o no contestar correos electrónicos en días dice poco de tu profesionalidad cuando es un hábito. No tardes más de 48 horas en responder, la buena educación se agradece y cabe esperar que no nos ignoren. Si no tienes la respuesta todavía basta un simple “Sigo en ello y en breve responderé”.
La comunicación nos hace comunidad y en ella puedes dejar tu huella, tu marca personal.
Gina Aran es talentóloga y comunicadora. Además de ser consultora de RRHH tiene un Máster en Psicobiología y Neurociencia Cognitiva. Es directora de Inginium.
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