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26 de marzo de 2017
Afirman muchos colegas que en el análisis del comportamiento a la hora de realizar selección de personal, nuestro cerebro es capaz de procesar toda la información que presenta nuestro interlocutor en 15 segundos: aspecto, expresión verbal y lenguaje corporal.
Lo que no se acostumbra a decir es que dicho proceso es inconsciente y poco racional, que está gobernado por los prejuicios y el efecto halo y, en consecuencia, dicha primera impresión es inexacta e insuficiente para ser utilizada con éxito en un modelo de toma de decisiones como puede ser el de selección de personal.
Cuando busques empleo, no vayas jamás a una entrevista de trabajo pensando que como eres un profesional capaz de causar una excelente primera impresión, ésta es suficiente para superar con éxito el proceso de selección.
La semana pasada, mientras entrevistaba a profesionales aspirantes a una jefatura de compras para una pyme, uno de los candidatos llamaba especialmente la atención: un excelente CV/papel, una imagen adecuada, un alto nivel de seguridad y una aparente elevada autoestima. Todo empezaba bien y la primera impresión que me transmitía era inmejorable.
A medida que iba transcurriendo la entrevista y le pedía que me explicara el importe de las compras que gestionaba, el número de referencias, el coste que suponían las compras sobre las ventas o cómo negociaba con el panel de proveedores iban apareciendo tantas incoherencias en sus respuestas que le llevaron a presentar unos crecientes síntomas de nerviosismo y una cierta precipitación en sus respuestas que anticipaban cierta prisa por finalizar la entrevista y por acabar cuanto antes con mis preguntas.
Todo el esmero que nuestro candidato presentó durante su presentación inicial se esfumaba y salía del despacho de forma un tanto acelerada… «huyendo», dejando su silla un tanto apartada de su posición inicial en la mesa y dándose cuenta (espero) que en una entrevista de trabajo o en cualquier relación, la primera impresión sólo es la llave de acceso a nuevos estadios que se deben ir superando.
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Sin embargo, analicemos otra candidatura que, inicialmente y sobre el papel, se presentaba algo más modesta: su protagonista iba creciendo con las respuestas a las preguntas que le formulaba. Practicaba una escucha receptiva y activa, demostraba una empatía propia de personas y profesionales que son conscientes que deben seguir «conquistando» a su interlocutor y finalizaba la entrevista de una forma ordenada y serena, ofreciendo un perfil competencial y humano que transmitía seguridad y capacidad para liderar dicho proyecto.
Así pues, y a modo de conclusión, causar una buena primera impresión es bueno, pero lo que de verdad es determinante es transmitir una buena impresión final.
Constantino Montañés es autor del libro “Secretos para encontrar el mejor empleo”. Licenciado en psicología, ingeniero técnico industrial y diplomado en dirección por el IESE, actualmente es codirector en Montañés i Solé y miembro de la Comisión de Inserción laboral de PIMEC.
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