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26 de marzo de 2017
Querido candidato:
¡ENHORABUENA! En mayúsculas. Me alegra muchísimo saber que has sido el elegido para el puesto. Tienes que estar muy satisfecho, ha sido una carrera de fondo, tiempo de preparación, incertidumbre, decepciones, nervios, preocupación… hasta que el ansiado día ha llegado: el puesto de trabajo es tuyo. ¡Te lo mereces!
No me resulta extraña la pregunta que me lanzas: ¿Y ahora qué? Tras tiempo desocupado, es normal tu preocupación por querer hacerlo bien y mantener tu puesto de trabajo, que tanto te ha costado conseguir. Te voy a dar algún consejo desde mi propia experiencia como empleada y como especialista en el campo de las personas. Antes de nada, la mejor advertencia que te puedo transmitir es que la competencia laboral es feroz, por lo que mi primer consejo es el siguiente:
1. Esfuérzate por superar las expectativas. No basta con hacer lo mínimo por mantenerte, pues si no eres tú quien supere el listón, encontrarán a otro que lo hará mejor. Es duro admitirlo, pero la conclusión aplastante a la que he llegado tras años de profesión es que nadie es imprescindible en un puesto, por más que lo parezca. Todos somos sustituibles y en menos tiempo de lo que pensamos.
Dicho esto, permíteme que te haga algunas otras sugerencias, que espero que te ayuden a enfocar tu objetivo, especialmente en un primer período en la empresa:
2. Alinéate lo antes posible con la cultura empresarial. Me refiero al ADN de la compañía, su forma de funcionar, su filosofía. Si trabajas dando la espalda a esta cultura corres el riego de que tus esfuerzos sean en balde, por más adecuados que consideres tus planteamientos. Recuerda que no puedes llegar y cambiar el mundo: aterriza, tantea el terreno, adáptate al máximo, llegará el momento de proponer cambios, pero investiga y gánate la confianza primero, siempre en línea con esta cultura que impregna la compañía y que no debes subestimar.
3. Anticípate a todo lo que puedas. Desde hacer lo posible por evitar problemas hasta adivinar detalles que pueden facilitar el trabajo a tu jefe. Esta capacidad de anticipación marca una diferencia importante en la valoración de un empleado por sus superiores.
4. Sé proactivo. Este punto tiene que ver con el anterior, pero va un paso más allá. No te quedes sentado esperando que te llegue el trabajo. Siempre hay algo por hacer o te puedes ofrecer para ayudar a un compañero. La ley del mínimo esfuerzo tiene los días contados.
5. Nunca dejes de formarte. Aprovecha de forma eficiente los recursos formativos que te brinda la empresa, pero si no los ofrece, no es excusa para que dejes de reciclarte. Autoformarte es responsabilidad tuya y es un modo de contribuir a tu futura empleabilidad, eso que tú te llevas. Con la gran oferta formativa y recursos online al alcance a través de un solo clic, es un pecado quedarse atrás en conocimientos.
6. Sé flexible. A todo el mundo le gusta acabar puntual e irse a casa a su hora, pero no siempre es posible «bajar la persiana cuando nos da la gana». Quedarse a trabajar fuera de horas por costumbre no es lo apropiado, pero de aquí a que nunca puedan contar contigo hay un paso.
Es importante encontrar un equilibrio para poder tener disponibilidad y capacidad de adaptación ante posibles urgencias y puntas de trabajo, sin que ello se convierta en la tónica. Recordemos que la era del “presentismo” empieza a estar caduca y tener flexibilidad y adaptación, en función del trabajo que realices, bien puede significar atender asuntos desde tu propio domicilio, poniendo los límites necesarios.
7. Rodéate de gente positiva. Evita a los compañeros tóxicos, criticones, no te dejes contaminar por este tipo de actitudes negativas, el mal rollo se contagia pero te puedes inmunizar si te rodeas de las personas adecuadas. En las empresas hay de todo y podrás ir calando en menos tiempo de lo que te esperas con quién conviene juntarse.
8. Trabaja en equipo. Es una de las cualidades que más se valora en las compañías. El llanero solitario ha pasado a mejor vida. Se valoran las personas que saben integrarse, unir esfuerzos y sacar adelante los proyectos de forma colectiva.
9. Vende marca. Da igual si tus funciones no son de carácter comercial. Ante la menor oportunidad, contribuye a vender la marca de la compañía que te ha contratado, habla bien de ella y conviértete en su mejor embajador. Contribuir al éxito de la empresa es responsabilidad de todos sus miembros.
Y mi último consejo, pero no por ser el último el menos importante:
10. Busca la excelencia en todo lo que hagas. Revisa el trabajo, detecta errores antes de que te los indiquen, no te contentes con una nota media. Da lo mejor de ti y esfuérzate por sacar el trabajo con la máxima calidad, encontrando el equilibrio con la rapidez.
Decirte también que los primeros años de experiencia profesional marcarán tu futuro en la empresa. Si trabajas bien al principio no quiere decir que ya no tengas que esforzarte, pero tus valoraciones tenderán a ser buenas en futuros años (a no ser que cambies radicalmente), porque te habrás ganado una buena reputación.
Deberás seguir trabajando duro y mucho, pero empezar con buen pie sin duda te ayudará. Es por ello que he querido ponerte deberes difíciles en esta primera etapa. Si difícil fue encontrar el trabajo, todavía más es mantenerse, pero estoy segura de que con tu esfuerzo lo conseguirás.
Te deseo mucha suerte.
Sílvia Forés es Directora de Recursos Humanos de Baker & McKenzie Barcelona y experta en selección de personal. Autora del libro de Plataforma Editorial «Sólo puede quedar uno. Diario de un proceso de selección».
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