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13 de diciembre de 2017
Para cumplir correctamente con las pautas del proyecto y que ambas partes – tú y tu cliente – queden satisfechas, te recomendamos seguir una serie de pasos que pueden ayudarte:
1. Revisa las condiciones del proyecto
De esta manera, te aseguras que fueron las acordadas. Así evitas las sorpresas inesperadas de último momento, causando un mal rato entre las partes.
2. Estudia los gastos de operación
Un fallo muy grande que cometen algunos autónomos es mostrar interés en un proyecto sin haber revisado las tarifas a la que tendrá que hacer frente.
Deberás valorar muchos factores como el tiempo que vas a dedicarle al proyecto y los gastos que conllevará como el transporte, un alquiler, llamadas de teléfono, comidas, entre otras cosas.
Por tanto, deberás estudiar si te resulta rentable hacer ese trabajo por el salario que te ofrecen. Piénsalo bien antes de aceptar cualquier proyecto.
No tienes que sentirte mal si las condiciones del trabajo no se ajustan a lo que pides, lo primero eres tú. Así que pregúntate, «¿cubren mis gastos este trabajo?».
3. Analiza todos los detalles del trabajo que vas a realizar
Redacta una propuesta y especifica claramente todos los detalles acerca de las horas que le dedicarás, qué tareas desempeñarás, los cambios que estás dispuesto a realizar, modo de pago y cualquier puntualización que creas conveniente.
Una vez que el cliente ha aceptado tu contrato por escrito, sea por el medio que sea (correo, una orden de compra o una oferta firmada), entonces te habrás quitado un peso de encima y podrás estar tranquilo.
De esta forma, el cliente no podrá exigirte tareas que no se encuentren dentro de ese acuerdo y que te pueden suponer un plus económico más.
4. ¿Cómo puedes asegurarte el pago de tus facturas?
Si no hay una relación de confianza, te recomiendo que le pidas al cliente un anticipo por tus servicios. Muchos prefieren realizar el pago completo cuando el trabajo se haya completado, pero es algo cada vez más común recibir un pequeño anticipo, como señal de confianza.
En el caso de que el cliente sea una empresa, es habitual que haya un contrato en el que se especifique el plazo de pago, pero la cosa se complica cuando el cliente es una persona física y no una empresa. Por eso, se recomienda pedir un adelanto en este caso.
El hecho de pedir un anticipo es una manera de asegurarte un compromiso laboral, que el cliente no te abandone a mitad de camino o que no te pague al finalizar tus servicios con el fin de quedarse con tus ideas y aprovecharse de la situación.
Edith Gómez es periodista especializada en comunicación online y editora en Gananci.
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