Hablar con un jefe/a o superior no siempre es fácil. Aunque depende de su carácter, de tu puesto, empresa y tipo de relación, hay conversaciones que a nadie le gusta tener. De hecho, ya puede ser un buen jefe/a y la persona más empática del mundo que cuando te tienes que enfrentar a ella y comentarle cosas que quizá no le guste oír o no se espera, la ansiedad aflora y te avanzas imaginándote las reacciones más disparatadas. Probablemente no pasará nada de eso y, aunque la conversación vaya regular, será un paso que te hará sentirte orgulloso/a de ti mismo/a.
Pedir un aumento de salario, denunciar alguna situación o reclamar cambios en las tareas asignadas son algunas de las peticiones a tu jefe/a que te pueden resultar incómodas. Para afrontarlo te recomendamos suavizar el terreno y escoger el momento y las palabras adecuadas. Aquí te dejamos algunos ejemplos y te damos cinco maneras de allanar el camino para tener una conversación delicada con tu jefe/a.
Ejemplos de conversaciones delicadas con tu jefe/a
– Pedir un aumento de sueldo: Es la conversación más temida por empleados/as y, por qué no decirlo, también por jefes/as. A lo largo de tu carrera profesional seguro que te has tenido que enfrentar alguna vez a ese momento.
– Rechazar un proyecto o tarea: Si después de valorarlo consideras que no puedes asumir esa asignación, explicarlo a tu jefe/a y conseguir que lo acepte será un mal trago.
– Comunicar un error grave: Si decides ser sincero/a y responsable, tendrás que admitir errores, aguantar la bronca y acatar las posibles consecuencias.
– Poner una queja formal: En el caso de que algún compañero/a o superior te haya ofendido de forma personal o atentado contra tus derechos tendrás que transmitirlo a tu jefe/a directo/a si no hay otras vías en las que te sientas más seguro/a.
– Discutir una decisión: A veces quizás quieras transmitir tu opinión o perspectiva si consideras que alguna decisión adoptada por la dirección es injusta o inmerecida.
– Pedir más recursos: Aumento de presupuesto, ampliación de plazos, más personal… si para cumplir con un proyecto necesitas más recursos tendrás que luchar por ellos.
– Solicitar vacaciones en el peor momento: Necesitas hacer las vacaciones o tener días libres cuando sabes que hay mucho volumen de trabajo. Pedirlo y que te lo concedan puede ser un reto.
Cómo allanar el camino para hablar con tu jefe/a
Para enfrentarse a cualquiera de las situaciones anteriores siempre será mejor allanar el camino previamente. Te damos cinco estrategias muy sencillas para aplicar cuando se acerque el día de esa conversación delicada.
1.Prepara lo que quieres decir
Este es, sin duda, el punto más importante para encarar una conversación incómoda con tu jefe/a por dos motivos: porque debes transmitir tu mensaje de forma clara y porque no deberías hacerle perder el tiempo. Por eso, sea cuál sea tu petición o queja, prepárate muy bien qué es lo quieres conseguir y arguméntalo con datos e informes que te respalden. Demuestra a tu jefe/a que tus reclamaciones no son fruto de un impulso sino que hay detrás una reflexión y una decisión meditada.
Tras la exposición inicial del “problema”, empatiza con la posición del jefe/a y reconoce los desafíos que suponen para él/ella y sus responsabilidades, mostrando comprensión por la parte que le toca. En este sentido, una buena estrategia es adelantarte a los problemas que tu queja pueda causar imaginando diferentes casuísticas y sugiriendo posibles soluciones o alternativas.
2. Elige el momento perfecto
Utiliza tu inteligencia emocional y tus conocimientos sobre la empresa y las responsabilidades de tu jefe/a para encontrar el mejor momento para una conversación pendiente. Evita los momentos de estrés con muchos picos de trabajo, cuando ha salido de una reunión que no ha ido bien o cuando acaba de volver de un viaje de trabajo. Tampoco son buenos días los lunes ni justo al llegar de un puente o unas vacaciones. Puedes aprovechar para hablar con él o ella cuando hayas logrado un objetivo importante y así estará más receptivo a tus peticiones.
Por supuesto, tienes que buscar un lugar privado, ya sea un despacho o una sala de reuniones y evitar que haya interrupciones. Si quieres que no se respire mucha tensión y quieres pasar rápido por este trance también puedes abordarle a la hora del café o por el pasillo para una mención breve. No es la mejor idea si el asunto es muy serio y necesita una solución profunda, pero puede servir para temas menos trascendentales o como introducción para una conversación posterior.
3. Enfoca la conversación de la manera adecuada
Ya sabes qué decir y cuándo, ahora vayamos a por el cómo. Si intuyes que el tema puede ser conflictivo o inesperado para tu jefe/a, lo mejor es evitar la confrontación directa y plantear la situación como un problema a resolver juntos. En este sentido es mejor expresar cómo te sientes en el trabajo, qué esperabas y no se ha cumplido, qué dificultades te están afectando, qué quieres conseguir, etc. Enfócate en ti y evita realizar acusaciones ni a tu jefe/a ni a otras personas. De este modo, ambos podréis empatizar el uno con el otro de una forma más tranquila y conversar sobre los puntos clave sin que nadie esté a la defensiva.
4. Comunicación bidireccional
Como decíamos en la primera estrategia, el objetivo es transmitir qué quieres conseguir y por lo tanto, debes apostar por una comunicación clara y directa. No des demasiados rodeos ya que eso te puede llevar a ambigüedades o malentendidos y, con la presión, acabar aceptando puntos que no te convencen.
Ten en cuenta que no se trata de un monólogo sino de un diálogo entre dos para llegar a un acuerdo en el que las dos partes estén mínimamente satisfechas. Por ello, otro consejo fundamental es que escuches activamente lo que tu jefe/a tenga que decirte al respecto. Permite que exprese su perspectiva y escúchalo atentamente sin interrumpir aunque lo que diga no te esté gustando demasiado. Además, como ya habrás preparado muy bien la conversación e imaginado los distintos feedbacks, seguro que puedes responder asertivamente a ello y llevarlo a tu terreno.
Te damos un ejemplo rápido: Pides un aumento de sueldo y te lo deniegan. Muestras informes y datos de tu rendimiento, normativas internas, horas extra dedicadas… Finalmente llegáis a un acuerdo en forma de otros beneficios al margen del salario y quedáis para revisar el sueldo en unos meses. Es decir, lucha por lo que quieres, no te conformes a la primera y busca un acuerdo equilibrado y sensato entre las partes.
5. Mantén a raya las emociones
Durante la conversación delicada con tu jefe7a es importante mantener siempre un tono respetuoso y profesional, lo que no quita que sea también afable y cordial. Aunque estés nervioso/a intenta controlar tus emociones y mantener la calma incluso si la discusión se vuelve tensa. Date un paseo, tómate una infusión o habla con otros compañeros/as antes de la reunión para intentar relajarte.
De todas formas, no pasa nada porque en la charla te muestres afectado por la situación pero esos sentimientos no deben minimizar ni anular tus argumentos objetivos. Por ejemplo, puedes estar dolido/a por una decisión de la dirección, pero tienes que ser capaz de dar datos más allá de las emociones para justificar que no es una buena opción.
Con todo esto ya sabes un poco más cómo allanar el camino para tener una conversación delicada con tu jefe/a. Ahora ponlo en práctica y consigue los resultados que deseas.
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