Rafael Puyol es un geógrafo de formación experto en demografía. Sus estudios de los vínculos de la geografía humana y la economía le sitúan en un lugar privilegiado para conocer, desde el ámbito académico, los problemas sociolaborales de la juventud actual.
Sus respuestas se pueden resumir en dos ideas fundamentales: hay que mejorar la tasa de educación postsecundaria y adecuar más los estudios universitarios a las necesidades de un mundo que, según señala, reclama más práctica, más habilidades y un mejor enfoque hacia la inserción laboral. Su presencia en la comisión creada por el ministro de Educación, José Ignacio Wert, para la reforma del modelo universitario, da aún más valor a sus opiniones al respecto.
Aunque la crisis la ha agudizado, el problema de España con el empleo juvenil viene de lejos. ¿Qué es lo que no funciona?
Si yo conociera las causas de esta situación y pudiera ofrecer remedios, optaría al premio Nobel de economía. Pero sí es evidente que las personas que tienen mayores niveles de cualificación tienen tasas de desempleo bastante más reducidas que los que tienen una formación elemental o ninguna. La solución al problema pasa porque haya más gente que estudie y seamos capaces de ofrecer a todos una formación mejor.
¿En qué nivel educativo se debe actuar?
La tasa de escolarización de la enseñanza postsecundaria es muy reducida, pero incluso entre las personas que siguen estudiando tenemos una tasa de fracaso escolar muy elevada. Algo está pasando ahí que determina que muchos de ellos abandonen el sistema. Tenemos que hacer una apuesta muy grande porque haya más gente con estudios postsecundarios. Estamos a la mitad de la media de los países de la OCDE.
¿Universidad o Formación Profesional?
Hay que apostar por las dos cosas. Pero si hay una formación que siempre ha sido un poco la Cenicienta de los estudios en nuestro país ha sido la Formación Profesional. Y a mí me parece capital que seamos capaces de apostar en serio dotándola de los medios necesarios e incentivando la presencia de estudiantes.
Ahora hay una FP nueva, la llamada FP dual, siguiendo el modelo alemán en el que los estudiantes reciben una parte de formación en las empresas y otra parte en los centros. Eso ha funcionado muy bien en Alemania y podría funcionar muy bien también en España.
¿Las universidades también necesitan cambios?
Buena parte de las titulaciones que se ofrecen en estos momentos no responden bien a las necesidades reales del mercado de trabajo. Las universidades siguen enseñando las mismas cosas, estudios bastante tradicionales en su origen y desarrollo, y hay pocas universidades que estén diseñando títulos nuevos realmente adaptados a lo que son hoy las necesidades de la sociedad en nuestro país.
Tenemos que ir a una universidad que enseñe otras cosas, que sea más práctica, que no sólo desarrolle contenidos, sino también destrezas, capacidades y también valores que son muy importantes para el futuro profesional en nuestro país.
Usted participa en la comisión de expertos para la reforma de los estudios universitarios, ¿esos cambios que propone no chocan con el papel académico que se le supone a la institución?
En la comisión seguimos nuestros trabajos y pronto los daremos a conocer: yo creo que en nuestras propuestas van a encontrarse cosas similares a las que estoy comentando. Pero la universidad no debe ser solo un marco teórico. Uno de los defectos que tiene es que no insiste más en la formación práctica de sus titulados bien dentro de la universidad o fuera, en empresas o instituciones. Es una de las grandes asignaturas pendientes de la formación al mayor nivel en nuestro país.
Muchos titulados superiores terminan trabajando en empleos muy inferiores a su nivel de estudios. ¿Hay sobrecualificación en la educación española?
Hay subempleo notable en el caso de nuestros licenciados y eso nos obliga a pensar que hay muchas titulaciones que se vienen ofertando por casi todas las universidades públicas y privadas de este país que necesitaríamos redimensionar y sustituir por otro tipo de titulaciones mucho más innovadoras, creativas y que favorezcan el espíritu emprendedor. Pero en términos absolutos no hay sobrecualificación. La hay en términos relativos considerando el destino de muchos de nuestros licenciados.
Parece ser que, últimamente, el destino de muchos de ellos es la emigración.
Que se están marchando es una realidad y una realidad lamentable. Datos precisos no tenemos (las estadísticas no permiten afinar si son nacionalizados, españoles desplazados por sus empresas, etc.) pero probablemente no son tantos como a veces se airean.
En cualquier caso, es una pérdida de talento…
Hoy esos términos de fuga de cerebros ya no los utilizamos porque lo que realmente se produce es la circulación de las personas en diferentes contextos: van y vienen; retornan temporalmente; se vuelven a ir; van a otro sitio; una circulación de las personas más preparadas. Buena parte de esas personas acabarán volviendo cuando la situación económica mejore.
¿Cuándo será eso? ¿Cuándo volverán?
La realidad demográfica es muy tozuda y la demografía es una ciencia de luces largas y tenemos la obligación de estudiar no sólo lo que está pasando sino también lo que puede pasar en el futuro de acuerdo a los datos que manejamos. En España se está produciendo una situación demográfica casi irreversible de muy baja natalidad por un lado, generaciones jóvenes con muy pocos miembros, y por el otro, la salida del mercado laboral de una cantidad ingente de personas, las que nacieron en el baby boom que son muchas. Por tanto el mercado laboral español se va a resentir en diez años, no más. Por eso creo que los nuestros volverán y que además volverá a crecer la inmigración.
Los “ninis” también llenan páginas de periódicos. ¿Qué opinión le merecen?
Este fenómeno ha existido siempre, pero ahora se da más. Que un 23,75% de chicos y chicas entre 18 y 24 años no hagan ni lo uno ni lo otro a mí me parece un tema muy preocupante. Estamos hablando de un grupo de 820.000 personas, un número muy alto. La cifra ha crecido, además, en relación a otros países de nuestro propio contexto económico-social, es decir, otros países europeos y de la OCDE.
Frente a los “ninis” hay una interpretación hasta cierto punto esperanzadora. Algunos de los que podría ingresar en esta categoría han acabado por incorporarse a las aulas universitarias. A pesar de la crisis, o quizás por la crisis, en los últimos tres o cuatro años el número de estudiantes universitarios está creciendo. Pero tengo un temor que ojalá no se llegue a cumplir y es que estas personas van a la universidad como la última opción, sin una voluntad clara de cursar una carrera universitaria o con una gran desgana.
¿Hay posibilidades en el emprendimiento?
Las universidades no enseñan demasiado a emprender. Sólo algunos centros, algunos departamentos, algunas escuelas de negocio consideran que la innovación y el emprendimiento son leitmotiv de su razón de ser. El resultado es que la mayor parte de los licenciados o bien quieren ser funcionarios o bien trabajar por cuenta ajena. No se plantean el emprendimiento como una opción personal.
¿Qué opinión le merece la anunciada propuesta de que los jóvenes autónomos paguen 50 euros en la cotización de autónomos?
Todo lo que sea fomentar el emprendimiento, desde el punto de vista formativo, de las oportunidades, de las facilidades económicas, a mí me parece bien. No sé si será suficiente. Habrá que esperar un poco a ver qué resultados dan: a priori a mí me parece que están en la línea adecuada que necesitamos en España.
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