Querido candidato:
Te agradezco tu último correo electrónico en que me expones una situación que por desgracia no es la primera vez que he oído. Me comentas, en primer lugar, que, tras varios procesos de selección y entrevistas, te da la sensación de que los empresarios prefieren optar por una persona que está trabajando en lugar de dar la oportunidad a un candidato desempleado.
Te daré mi opinión al respecto, aunque bien es verdad que cada empresa es un mundo y no se puede generalizar. A lo largo de mi experiencia profesional como seleccionadora es verdad que me he encontrado con un número de clientes que tienden a pensar, de forma errónea, a mi modo de ver, que si un candidato está desempleado por algún motivo será. Injustamente se juzga a las personas y se piensa que siempre es culpa del candidato cuando la relación profesional no salió bien.
Creo que el verdadero valor de un profesional que se dedique al mundo de la selección consiste precisamente en romper mitos como el que he expuesto hace un momento. Una relación profesional, como una relación sentimental, se puede romper por muchos motivos y no siempre es exclusivamente por culpa de una de las partes. Del mismo modo, es nuestro deber como seleccionadores hacerle ver a un cliente, sea interno o externo, que el hecho de haber trabajado durante ciertos años con éxito un determinado candidato en un puesto de trabajo, no es garantía de que sea adecuado para una nueva empresa. Se tiende a pensar, erróneamente, según mi parecer: «si estuvo tantos años en tal sitio y no lo echaron, es que no debía ser malo».
Sin embargo, cada empresa tiene una cultura distinta y por más buen profesional que uno sea, no siempre podrá encajar en todos los sitios. Vuelvo al símil de la pareja. ¿Por qué fracasan algunos matrimonios y en cambio esa misma persona al cabo de un tiempo encuentra otra pareja y encaja a la perfección? ¿Ha cambiado? Quizás sí ha evolucionado y ha aprendido, pero en cualquier caso no ha dejado de ser la misma persona. Pensar que por haber «fracasado» en una primera relación nunca más tendrá suerte en el amor es un grave error y lo mismo sucede en el mundo profesional.
En segundo lugar, me preguntabas también por el dilema ético que debe afrontar un seleccionador que debe descartar o hacer pasar a la final a un candidato que trabaja respecto a otro que no lo hace. Un buen seleccionador profesional debe elegir a la mejor persona para el puesto de forma neutra. Obviamente puede pesar en el fondo de su conciencia el hecho de tener que descartar al candidato que más lo necesita, pero no sería profesional si eligiera a esa persona solamente por el hecho de no estar trabajando. Lo que está claro, es que, tal como ya he indicado, debe ser capaz de defender a un candidato desempleado ante reticencias que un futuro empleador le pueda plantear respecto a la situación actual de esa persona. De ahí a forzar la elección de un candidato desempleado hay un paso.
Entiendo cuando me dices que algunos empresarios prefieren a personas que actualmente trabajan. Les parece interesante despertar la atención de candidatos pasivos que ni siquiera inicialmente se planteaban un cambio y hasta les parece un triunfo “robar” algunos de la competencia. A nosotros, los seleccionadores, sin embargo, nos puede tranquilizar elegir a un candidato que no esté trabajando. Cuando alguien en activo da un mal paso y se equivoca al cambiar, también nos sentimos corresponsables si hemos sido parte intermediaria en el proceso de selección. Nos es más fácil pensar que dimos una oportunidad a alguien que estaba sin trabajo y, si esa oportunidad no resulta bien, por lo menos no perdió un empleo por cambiar. El grado de corresponsabilidad sigue siendo el mismo, pero las consecuencias son infinitivamente menos graves.
En tercer lugar, por un lado, te diré que creo sinceramente que de todas las crisis algo se aprende. Muchas personas perdieron su empleo por recortes, cierres, reorganizaciones… motivos totalmente ajenos a su desempeño. Algunas, por suerte, ya están empleadas, pero otras todavía no. La crisis hizo ver a unos cuantos empresarios que mucho talento estaba buscando empleo y les llevó a aceptar a un gran número de candidatos que se quedaron fuera del mercado laboral, pero supieron mientras tanto formarse y no perder la esperanza. Ahora espero que no nos olvidemos de ello y continuemos pensando que aún quedan muy buenos profesionales en ese camino por la búsqueda de un trabajo y es injusto prejuzgarles por ello.
Finalmente, por otro lado, también creo que el mundo del empleo está evolucionando. Considero que la temporalidad irá en aumento y cada vez habrá más candidatos que trabajarán por proyectos, pasando por momentos de inactividad. Con un poco de suerte no serán largas travesías en el desierto sino periodos intermitentes de cese en su trabajo, que los empresarios interpretarán con total normalidad. El trabajo para toda la vida es un concepto obsoleto y no tardaremos mucho en entender que la vida laboral de cualquier profesional sufrirá altibajos y sería absurdo dejar de contratarle y perder su talento por fijarse en sus fracasos en lugar de en sus éxitos.
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