Querido candidato:
Leo con mucho interés el escepticismo que me transmites tras haber participado en una ronda de entrevistas rápidas, a modo de elevator pitch, para encontrar trabajo. Me indicas que en tan poco tiempo es muy difícil captar la atención del entrevistador y tienes la sensación de que has perdido el tiempo.
Precisamente hace unos días leía en una conocida red profesional un post que generó un acalorado debate acerca de este tema. La persona que lo inició ponía en duda que un seleccionador pudiera ser capaz de descubrir el talento de un candidato en un máximo de dos minutos, el tiempo que puede llegar a durar la técnica del «discurso del ascensor», incluso menos.
Te transmitiré mi opinión sobre este asunto, pues entiendo tu postura y el debate que se generó.
Creo que no es posible detectar el talento en un candidato en tan solo dos minutos, ya que los seleccionadores deberíamos ser videntes, magos o algo similar para llegar a este punto. Sin embargo, es una forma para dar a conocerse al seleccionador y, por tanto, no hay que menospreciarla. Un elevator pitch es un excelente ejercicio para poner a prueba habilidades tan importantes como la comunicación y la influencia. Prepararlo requiere, además, de un ejercicio de autoconocimiento y reflexión de tus propias habilidades, que te servirá como punto de partida para enfrentarte a entrevistas de mayor profundidad.
Tener interiorizado un buen «discurso del ascensor», conciso y efectivo, puede ayudarte en cualquier momento, no solamente debes tenerlo presente para una ronda de entrevistas express. Las oportunidades de trabajo surgen en cualquier sitio, en la calle, en un acto, en una reunión de antiguos alumnos hasta en una junta de vecinos… nunca sabes dónde puede llegar a tus oídos una oportunidad y cuánto tiempo tendrás para defender tu candidatura y proponerte a un puesto.
Dicho esto, estoy de acuerdo en que existirán candidatos que habrán sabido venderse muy bien en un elevator pitch, pero luego en una entrevista en profundidad, como el humo, se disiparán porque en esencia detrás no hay nada que les haga adecuados para ese puesto. Pero otros sí serán capaces de demostrarlo porque efectivamente lo son. Sin embargo, ¿sabes cuál es la diferencia? Que aquellos que no se entrenaron ni supieron «venderse» en el elevator pitch, quizás no llegarán ni siquiera a tener la oportunidad de la entrevista en profundidad, por más talentosos que puedan ser para un puesto.
Es por ello que te animo a practicar, a realizar este ejercicio de autoreflexión, a poner a prueba tu capacidad de comunicación y a combinarla con una adecuada observación del entorno para que no se te escape ninguna oportunidad.
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