Hay muchas situaciones en nuestra vida en las que nos encontramos hablando o presentándonos enfrente de un grupo. Desde situaciones personales –grupos de amigos, conocidos, vecinos- a profesionales –presentaciones de ideas, proyectos, reuniones, charlas, entrevistas-. Estas situaciones suponen a menudo un duro reto, convirtiéndose para muchos en una auténtica pesadilla: en un reciente estudio sobre el miedo, el temor de hablar en público estaba muy por encima del temor a la muerte.
Reaccionamos poniéndonos tensos, serios, no sabemos cómo movernos, dónde mirar, la boca se seca, la mente se colapsa, no decimos lo que queremos decir, hablamos muy deprisa o demasiado despacio.
Cuando queremos crear un cambio en estas situaciones, intentamos hacer un esfuerzo por ocultar el miedo y mostrar una confianza y seguridad que en realidad no sentimos. Nos preocupamos por detalles como el tipo de ropa que vamos a llevar, qué hacer con las manos, cómo mirar a nuestro interlocutor; preparamos un discurso y en general nos comportamos como si nosotros mismos no fuéramos suficiente y necesitáramos convertirnos en alguien diferente. Nos preocupamos de cómo se nos ve, en vez de ocuparnos de quién somos.
Lo que os propongo ahora es dejar de hacer, en lugar de hacer algo extra. Dejar esfuerzos y permitir que el miedo que sentimos se transforme en excitación, claridad y presencia.
1. Siéntate en una silla, de manera que los pies se apoyen en el suelo. Cierra los ojos y presta atención al cuerpo.
2. Piensa en la presentación, encuentro o entrevista que vas a tener y nota las diferentes sensaciones en el cuerpo. Nota las zonas que están tensas o contraídas, cómo respiras, el esfuerzo en las manos, cómo apoyas los pies en el suelo, la sensación general del cuerpo.
3. Nota qué intentas hacer para ocultar el miedo; nota que todos los esfuerzos que estás creando -contraer la barriga, presionar la garganta, encoger el pecho (como ejemplo)- son un intento de no sentir y/o mostrar el miedo; es decir, son un intento de no ser tú (ya que tú tienes miedo) y querer ser otro (sin miedo).
4. Intensifica todo ese esfuerzo. Lleva toda esa tensión a un punto de máxima intensidad, donde toda tu atención y energía estén envueltas.
5. En ese momento suelta de golpe toda la tensión. Para poder hacerlo, tienes que estar de acuerdo en tener miedo. Te vas a presentar delante de… y tienes miedo.
6. Respira hondo y asegúrate que has soltado el esfuerzo. Sigue respirando ampliamente durante unos minutos más.
7. Nota cómo estás ahora y cómo te sientes frente a tu presentación.
Como uno de mis profesores dijo: “Ya es muy difícil ser uno mismo, para querer ser otro”.
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