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“El paradigma indiscutible es que los móviles se han comido al PC a la hora de comprar, encontrar trabajo, consultar las noticias, buscar planes, jugar y relacionarse”
Las apps están cambiando el mundo. No lo digo yo, lo dicen los datos.
- Nuestro país está a la cabeza en Europa de la tasa de penetración de smartphones, con un 81% de teléfonos inteligentes sobre el total de móviles, lo que supone diez puntos por encima de la media.
- Esto son unos 25 millones de usuarios activos que realizan 3,8 millones de descargas diarias de aplicaciones.
- El número sigue creciendo gracias a la democratización de la tecnología, ya que no solo nos referimos a los jóvenes millennials: el 50% de las personas entre 55 y 64 años son usuarios intensivos que acceden diariamente a internet.
El acceso a internet hace años que se ha vuelto móvil, pero el paradigma indiscutible es que los móviles se han comido al PC a la hora de comprar, encontrar trabajo, consultar las noticias, buscar planes, jugar y relacionarse.
Eso no significa que la web se muera, pero debe transformarse para adaptarse a los múltiples formatos de pantalla, pocos botones físicos y apoyarse en las apps
En teléfonos, el 86% de nuestro tiempo se dedica a aplicaciones y sólo el 14% a la web. Pensemos en nosotros mismos y nuestro uso: cuando tenemos un rato libre y tenemos el teléfono en la mano, ¿abrimos el navegador o una app?, ¿consultamos el correo en el móvil a través de una web o de la app específica?
Estamos hablando de un pasado cercano, no aquel en el que usábamos mapas de papel, sino ese en el que comprábamos por internet en una web de e-commerce al llegar a casa y nos creíamos que el futuro era no pisar un supermercado gracias a un teclado y un ratón. Ahora pinchamos en un icono colorista del teléfono de camino al trabajo para ahorrar tiempo y la app ya tiene guardadas nuestras preferencias. Nos hemos “desubicado”, multiplicado y estamos conectados en todas partes.
El vocabulario nos ha cambiado de la noche a la mañana, al igual que las costumbres. Ya no hacemos LIKE, ahora hacemos swipe right si nos gusta alguien. Snapchateamos nuestras fotos sin maquillaje, ya que hay un filtro que nos arregla. Llevamos siempre con nosotros (o mendigamos) un cargador de móvil, ya que cuando se hacen las 7 de la tarde estamos secos de batería. Los más jóvenes ya no miran la tele ni el PC, sino el Tablet o el smartphone con sus programas favoritos de YouTube (y evidentemente quieren ser youtubers, pero eso da para otro texto).
El éxito de las apps está en que son más rápidas y más fáciles de usar que las webs, y según los expertos aún no hemos visto nada de lo que podremos hacer en breve. ¿Se imaginan convertir nuestro Smartphone en un centro de trabajo perfecto, con aplicaciones que permitan cobrar con tarjetas de crédito, usar los teléfonos como entrada y pago en transporte, pedir comida sin necesidad de rellenar ningún formulario o encontrar trabajo de la misma manera que ahora encontramos pareja?
A las apps, antes las llamábamos “programas”. Eran el Word, Napster, Photoshop o el Buscaminas. Ahora incluso el PC se ha pasado al lado oscuro y también lo llama aplicaciones. El Word ha dejado de ser un programa para ser una app. ¿Por qué? El código es prácticamente el mismo, pero se ve que si un PC no tiene apps no es suficientemente moderno y no vende tanto.
Las empresas con apps ya no compiten con otras de su sector, compiten con todo aquello que está instalado en el teléfono. Si el usuario tiene 5 minutos, ¿se conectará a Twitter?, ¿jugará a mi juego?, ¿consultará el tiempo? o ¿revisará el correo?
Ya no nos importa cómo esté hecho algo, nos importa que funcione, que sea rápido, intuitivo, fácil y bonito. Se notan las apps hechas por informáticos y las apps hechas por diseñadores. Se notan las apps que van a durar a las que se abandonan después de que se actualice demasiado un sistema operativo. El iPhone trajo una revolución con su usabilidad y manejo, y con las tiendas de apps el paradigma volvió a cambiar. La web no era perfecta, pero creó espacios comunes donde la gente podía intercambiar información y bienes. Obligó a las empresas a desarrollar tecnologías que estaban diseñadas explícitamente para ser compatibles con la tecnología de la competencia. Si el SEO (Search Engine Optimization) fue el rey de internet durante años, ahora llega el ASO (App Store Optimization) para las apps. Si Google Analytics era tu chivato, ahora tienes Mobile App Tracking, Adjust.io o Emma para elegir quién te cuenta lo que pasa dentro de tu app.
Y esto es solo el principio. Me encantará ver cómo el mercado de grandes corporaciones y startups compiten por estar en la página principal de mi iPhone.
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