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27 de marzo de 2017
Querido candidato:
Gracias por tu mail. No debe avergonzarte preguntarme sobre cómo deberías vestirte para una entrevista. Sé que has leído que deberías ir con traje y corbata, que hay gente que te dice que no es necesario, te da miedo meter la pata y por ello me consultas. Sobre vestimenta se han escrito muchas cosas, la fórmula ideal es complicada dártela, pero sí te proporcionaré un par de consejos generales que no te harán ningún daño: uno, aplica el sentido común y, dos, procura ser sobrio. A partir de aquí hablamos, porque arriesgarse en la entrevista en cuanto a vestimenta, querer pasarse de original, significa en muchos casos poco a ganar y mucho a perder.
Es injusto juzgar a alguien por las apariencias, en general, pero lo hacemos constantemente y de forma inconsciente. En la entrevista te ayudará entrar con bien pie y causar una buena impresión. Un candidato puede ser muy adecuado, pero si acudes a una entrevista desaliñado, con el pelo sucio, con ropa rota o manchada, o bien una mujer demasiado apretada o provocativa, puede arriesgarse a causar una mala impresión o por lo menos equivocada. Eso no quiere decir que, si no vas con traje, automáticamente quedarás descartado. Acertar o no en la vestimenta es subjetivo y discutible. Ahora bien, es inaceptable descuidar la higiene personal cuando se acude a una entrevista.
Para elegir cómo vestirse para el encuentro, creo que primero de todo cabe analizar si vas a tener la entrevista con una consultora en selección o directamente con la empresa. Si es directamente con la empresa que te contrataría, mi consejo es analizar el sector y tipología de puesto y vestirte tal como te imaginas que se vestiría una persona que cada día tuviera que ir a trabajar allí. Hay quien se queja y me dice: «es que no me encuentro a gusto, me veo disfrazado si voy a la entrevista demasiado formal». Piensa en el tipo de trabajo y el código de vestimenta que la empresa que te contrataría espera que respetes. Si ya no te ves reflejado en ello, quizás no te merezca la pena presentarte al puesto, pues cada día tendrás que «uniformarte» para ir a trabajar. Obviamente, si te presentas a un puesto de camarero en un chiringuito en Ibiza, no irás con traje y corbata a la entrevista, pero tampoco te presentes hecho un trapo. Repito, utiliza el sentido común.
Si la entrevista es con un seleccionador, el código de vestimenta clásico para una entrevista de trabajo es hombre traje y corbata, mujer vestida de forma sobria. Esta es la norma general, pero puede ser menos estricta. Ahora, por ejemplo, me dices que tienes una entrevista para un puesto de ingeniero con una consultora. Tu función no es de cara al público y es de carácter técnico, por lo que me indicas. Yo creo que no es estrictamente necesario ir con traje a la entrevista, pero tampoco te pongas vaqueros ni una camiseta. Puedes vestirte con una camisa sin corbata y con pantalón estilo casual.
Te aconsejo también que pidas a tu seleccionador cómo deberías vestirte para la entrevista con el cliente final si superas la primera fase con la consultora. Normalmente tenemos información privilegiada, sabemos los gustos de nuestros clientes y te podemos orientar. No creo que sea nada descabellado hacer una pregunta así, pues denota interés y ganas de acertar, igual que preguntar por el código de vestimenta cuando una persona se incorpora en una empresa o está a punto de hacerlo. Muchas veces damos por sentado las cosas porque nos parecen obvias, pero no lo son tanto y la manera de no equivocarse es preguntar.
Por último, me preguntan algunos candidatos sobre piercings y tatuajes. Estamos acostumbrados a ver muchos (este verano en la playa he constatado que había más personas con tatuajes que sin, tanto hombres como mujeres). Sin embargo, continúa habiendo un sector de la población a quien no le gustan y prejuzga a las personas que los lucen injustamente.
También hay ciertos sectores como la abogacía, auditoría, la banca y trabajos de trato con el público en que no están bien vistos. Mi consejo, ante posibles reticencias inconscientes o conscientes que pueda tener el entrevistador, es no mostrar tatuajes ni piercings en una entrevista. No te arriesgues, sé que es injusto prejuzgar a una persona por ello, pero ¿para qué correr el riesgo de perder un oportunidad profesional por mostrarlo? Es como si vas a la entrevista con una camiseta del equipo de fútbol contrario al del entrevistador, ¿para qué arriesgarte a provocarle por lo menos un cierto sentimiento de poca conexión, cuando nada tiene que ver con tu capacidad de desarrollar el trabajo? Sí, un buen entrevistador debe ser neutro, analizar el candidato sin entrar en este tipo de valoraciones, bla, bla, bla, pero el candidato también debe mostrar sentido común al vestirse para ir a una entrevista.
Para finalizar, te diré que hay candidatos que me comentan: «No quiero vestirme de forma especial para una entrevista, pues de este modo pierdo mi personalidad», y yo les contesto: «Como quieras, quizás la personalidad no la pierdas, pero la oportunidad de trabajo podría ser que sí». Y si ya no te sientes a gusto acudiendo a esa entrevista «disfrazado» según tu criterio, a lo mejor tampoco es el puesto de trabajo de tu vida.
Sé que he sido bastante directa en esta respuesta y quizás todo lo que te digo te parecerá exagerado. Nadie debería ser rechazado de ningún ámbito de la vida debido a su apariencia, sin embargo, lamentablemente, en ocasiones esto ocurre. Con el fin de minimizar los riesgos de rechazo por una impresión equivocada, analiza bien el contexto que te espera, sé prudente y pon en una balanza los pros y contras de elegir vestir de un modo u otro en una entrevista. Garantía de superarla por ir mejor vestido no hay ninguna (pasarse como si fueras a una comunión tampoco es bueno).
Consejo final y cierro capítulo: intenta siempre causar la mejor impresión posible de forma sobria y sencilla, creo humildemente que te ayudará, pues como diría Oscar Wilde: «No hay una segunda oportunidad para una primera impresión» .
Sílvia Forés es Directora de Recursos Humanos de Baker & McKenzie Barcelona y experta en selección de personal. Autora del libro de Plataforma Editorial: «Sólo puede quedar uno. Diario de un proceso de selección».
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